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Foto del escritorSabela

La IRA. Llama Sagrada

Actualizado: 2 feb

Guía para identificar la ira almacenada en nuestro cuerpo.


De todas las emociones que nuestra neurofisiología nos ofrece, diría que es la #ira la que más energía moviliza. 


A pesar de que es una #emoción etiquetada como negativa, no lo es. Y tampoco lo contrario.  Puede ser agradable o desagradable, e incluso neutra (aunque esto último no lo he visto nunca)

 

Suele ser una emoción resultado de un disparador traumático e incluso puede ser en sí misma el disparador, sin embargo también puede ser como el oxígeno en una habitación largo tiempo cerrada. 

 

La ira genera la energía que necesitamos para reconocer las propias fronteras, para conocer nuestros límites y también para defenderlos, sin duda. Es una emoción muy interesante, desde mi punto de vista, en la que su expresión tanto ha sido motivo de gloria como de vergüenza, según el contexto incluyendo, cómo no, el género. 

 

Me voy a permitir hablar de su #represión y las consecuencias que esta acarrea, o por lo menos de aquellas que más he podido ver en mi trabajo como #terapeuta psicocorporal. 

 

Es muy curioso esto...


Toda emoción no expresada deja su huella en el cuerpo. Sin contemplaciones ni juicios. A la ira, a la tristeza, al miedo o a la culpa les importa un pepino si eres hombre, mujer, rico, pobre, catalán, inglés o japonés. Si no la expresas, se va a notar.


Te voy a dejar algunos recursos para identificar si hay enfado almacenado en tu cuerpo. Iremos de arriba abajo:


Tu mandíbula. ¿Qué tal vas de bruxismo? El #enfado que no nos permitimos mostrar a la luz del día, lo mostramos de noche, cuando nadie nos ve 😉. La presión que ejerce la articulación temporomandibular es de las más fuertes que puede generar nuestro cuerpo, y con todo el sentido. Es gracias a la mordida que podíamos defender y proteger nuestra vida y la de nuestras crías. 

Si ahora vivimos una situación de estrés que lleva a nuestra amígdala a reconocer una situación de peligro, nuestro cuerpo responde, entre otras cosas, apretando los dientes. 

 

Vamos con el cuello, los hombros, codos, muñecas y manos. Igual que la mandíbula, se contraerán, preparándose para defender el propio espacio. 

Debemos pensar que la respuesta de supervivencia asociada a la ira es la lucha. 

Nuestro hígado, que es un conteiner sanguíneo, lanzará una gran masa de sangre cargada de oxígeno y la dirigirá a músculos y tendones, preparándonos para defender el territorio de la amenaza. 

 

El #miedo dirigirá más caudal a las caderas y a las piernas, preparándonos para huir a la carrera. En el caso que nos ocupa, la ira llevará generalmente su carga energética al tren superior: zona alta del abdomen, pecho, hombros, brazos y mandíbula. 

 

Imagina toda esa energía, toda esa masa de brasas ardiendo sin dirección, enjaulada entre los límites de tu piel. Implosionando porque no nos han enseñado a dirigirla, o quizás porque nos han inculcado que expresarla no es bueno. 

 

Una infancia llena de "no te pongas así que no es para tanto", "no te pongas histérica", "si estás enfadada mejor no hables, no digas nada", "ya estás con tus berrinches de niña caprichosa", "si estuvieses callada estarías más guapa", "cuando te enfadas se te pone cara fea"... y un larguísimo etc., ¿Sabes lo que genera? Pues una vida adulta plagada de abusos y sometimiento, en la que no tenemos capacidad para reconocer, proteger y ampliar nuestro espacio, o incluso el de aquellas personas a nuestro cargo. 

 

La represión constante de la ira genera terribles dolores de cabeza, problemas digestivos e incluso articulares. Genera tensión constante en el tejido blando. Genera explosiones violentas cuando ya no podemos sostener más la represión y, en casos en los que se ha sentido un posible "destierro" del clan familiar por darle espacio a la propia voz, podemos llegar a mostrar actitudes pasivo-agresivas, esos tonos dulces cargados de palabras aparentemente comprensivas pero con una carga de intención castigadora, invalidante y prepotente.

 

Cuidado con esto, porque en la represión de la ira nos encontramos con dos víctimas: las que sufren la represión y las que pagan las consecuencias de ésta. 

 

Nos han dicho por activa y por pasiva que la ira es un veneno, y eso es como decirnos que por dentro estamos podridas porque, ¿quién no siente enfado cuando, como decía al principio, es esta una reacción neurofisiológica? Tan necesaria como cualquier otra!

 

Necesitamos volver a encontrarnos con el Fuego Sagrado que enciende nuestra ira. Necesitamos aprender a darle su espacio, aprender a escucharla y comprender su mensaje. Necesitamos sentirla y permitir que caliente nuestra voz.

 

La ira no es un veneno como nos han hecho creer. Es la guardiana de nuestra dignidad y a la vez el cofre que atesora nuestra autenticidad.

 

Querida mía...

 

Tu Ira es Sagrada. Y la genera tu cuerpo para que hagas uso de ella y te protejas de todos aquellos que quieren apagar tu Luz.

 

Tu cuerpo, que te lleva y trae, que te alberga y se hace cargo de tu dolor, te ofrece un regalo sin igual. Aprende a afilarlo y manejarlo, como la guerrera que afila su espada y entrena con ella en espacio seguro, para saber qué tiene entre manos y cómo utilizarlo cuando no le quede más remedio que ir a la batalla.

 

Que nadie apague tu llama, amoriña. 

 

Con infinito Amor, 

P.D Dejo aquí enlace a mi web por si quieres conocerme más.

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3 comentários


egleisagraciela
03 de fev.

Me parece horrible que una persona no sepa manejar su ira. Debe ir a terapia,porque en esos momentos,lastima a mucha gente y después no hay marcha atrás. Se debe hablar como gente civilizada.

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annaguerrero8
19 de jan.

Todo lo que nos ocurre es importante así que es una genial idea hablarlo en terapia individual o en grupo si se tercia!

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csjuarez
18 de jan.

De esto quería hablar con mi terapeuta y en un grupo al que asisto: ¿cómo gestionar la ira? ¿Por qué me ha pasado esto a mí?

No sé bien cómo tratar este sentimiento. Según leo, se ha de tener en cuenta como alarma, como "red flag", algo así como que aquí está pasando algo que me parece importante, que me afecta y estudiar el porqué. ¡Qué difícil conocerse a uno mismo!

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